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Las ciudades con más árboles del mundo

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Berlín es la capital europea con más árboles per cápita, un árbol para cuatro berlineses, empatada con Vilnius en Lituania. En la parte inferior del ranking, Londres, con un árbol para 17 habitantes.

Descubre cuáles son las ciudades con más árboles

Con la llegada de la primavera los habitantes de las ciudades buscarán los parques para disfrutar del entorno y de las agradables temperaturas.

Por lo tanto, ¿qué ciudades son las mejores para pasear? Para responder a esta pregunta buscamos en el censo de árboles de treinta de las principales ciudades europeas disponibles. Derivamos nuestro propio ranking, calculando el número de árboles por habitante.

Entre las ciudades que han puesto en línea su inventario, Rennes es el primero. La ciudad bretona tiene 94,142 árboles para 211,373 habitantes, un árbol para dos habitantes de Rennes.

Berlín y Vilnius (Lituania) son las capitales más boscosas de Europa, con cuatro árboles per cápita. Por su parte, la ciudad de Niza reclama 66.615 árboles para 347.636 habitantes, un árbol por cada 5.21 habitantes.

Por el contrario, Londres aparece como la capital con menos bosques, una media de 13 londinenses comparten un solo árbol. Los parisinos no están mejor, con un árbol por cada 11 habitantes y en la parte más baja del ranking cae una ciudad muy turística, Valencia. Lejos de las playas, el interior de la ciudad es tristemente gris, con 26 habitantes por árbol.

Mantener árboles: una opción económica

Plantar árboles en la ciudad no es fácil. Las zonas urbanas imponen condiciones de vida drásticas a las plantas, como volumen limitado de tierra, agua de lluvia a la deriva, falta de luminosidad.

Estas restricciones requieren que los paisajistas vigilen cuidadosamente cada árbol y renueven constantemente los que estén moribundos. Mantener el patrimonio arbóreo genera así importantes costos para los municipios. Entre 2012 y 2017 Berlín utilizó donaciones para plantar 10.000 árboles nuevos a lo largo de las calles.

Sin embargo, varios estudios destacan las externalidades positivas de los árboles en la vida de los habitantes urbanos. El último, realizado por el Centro Helmholtz para la Investigación Ambiental (UFZ) en Leipzig, demuestra que actúan como filtros de aire naturales, regulando el clima y protegiendo contra las inundaciones.

Hacen además de muralla principal contra los puntos calientes del calor urbano. Los investigadores alemanes también han encontrado efectos tangibles en el sistema cardiovascular y el estrés de los trabajadores urbanos.

Pero si los árboles hacen la vida más placentera para las personas que viven en las grandes ciudades, también pueden convertirse en una pesadilla para las personas alérgicas al polen. Desafortunadamente, las especies bien adaptadas a las condiciones urbanas son también las más alergénicas.

En París, cuatro de cada 10 árboles tienen un alto potencial alergénico, según uno de nuestros recuentos anteriores. El árbol plano, muy irritante, es la esencia más plantada en las grandes ciudades. Solo Rennes es una vez más ejemplar en el campo, con solo un 9% de plátanos en todos sus árboles de alineación, contra un 34% en París y Toulouse.

Los árboles refrescan el aire de las ciudades y reducen su contaminación

Según un estudio realizado por la ONG Nature Conservancy, que invierte sólo 3,6 euros per cápita en la plantación de árboles, las ciudades podrían salvar entre 11.000 y 37.000 vidas al año.

Desarrollo de la red de transporte público, servicios de uso compartido de automóviles, desarrollo de carriles para bicicletas, zonas peatonales, restricción del tráfico en el centro de la ciudad, cobertura de autopistas.

Las ciudades se muestran cada vez más ansiosas por mejorar la calidad del aire en su territorio. Al mismo tiempo y bajo el efecto del cambio climático, es probable que experimenten episodios caniculares cada vez más frecuentes y cada vez más intensos.

Entre las soluciones hay una que todavía se subestima con demasiada frecuencia y que tiene la ventaja de asumir el doble desafío de limpiar y enfriar el aire localmente, la plantación de árboles.

Esto se refleja en la ONG ambientalista estadounidense Nature Conservancy en un informe presentado en la reunión anual de la Asociación Americana de Salud Pública que se llevó a cabo el 1 y 2 de noviembre en Denver, Colorado.

Los árboles no pueden y no deben sustituir a otras estrategias de saneamiento del aire, pero son una forma poderosa de purificar y enfriar el aire, que puede estar asociado con él, dice la ONG que analizó el caso de las 245 ciudades más grandes del mundo.

Calcula que al invertir solo 3,6 euros per cápita en la plantación de árboles, estas ciudades podrían salvar entre 11.000 y 37.000 vidas al año y mejorar la salud de decenas de miles de personas, reduciendo así la contaminación del aire y trayendo frescura a las calles.

Para establecer estas proyecciones, Nature Conservancy se basó en estudios médicos y científicos sobre la capacidad de los árboles para limpiar y enfriar el aire localmente y sobre el impacto en la salud de los árboles, la disminución de las temperaturas y las concentraciones de partículas en el aire.

Filtrar las partículas

Muchos estudios científicos muestran que los árboles filtran partículas en la atmósfera, así como muchos otros contaminantes del aire.

Pero también la sombra proyectada por los árboles y la transpiración de la planta producida durante la fotosíntesis ayuda a disminuir la temperatura del aire. Sin embargo, en todas las ciudades la tasa de cobertura vegetal ha disminuido en los últimos veinte o treinta años.

Hoy en el mundo y según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación del aire exterior mataría a 3,7 millones de personas al año.

En un estudio publicado en la revista Nature en septiembre de 2015 sobre las fuentes de esta contaminación mortal, un equipo internacional de investigadores de Harvard y el Instituto Alemán de Química Max-Planck, demostraron que las únicas partículas finas emitidas por la propagación agrícola, la calefacción y el transporte por sí solos representaron 3,2 millones de muertes, principalmente causadas por enfermedades cerebrovasculares (apoplejías) o cardíacas (infarto).

Este número podría casi duplicarse para 2050 y alcanzar los 6.2 millones de fallecidos.